miércoles, septiembre 14, 2005

Mi nombre es Siphronius Radzinski

Mi nombre es Siphronius Radzinski y tengo sesenta y cuatro años. Mi padre y mi madre eran descendientes de judíos, la última raza que dominó la Tierra antes de la gran evasión. Como ellos lo eran, yo lo soy también. Soy Siphronius Radzinski, un descendiente de judíos en Athena.

Supongo que ése es uno de los motivos por los que mis compañeros me miran así de mal. Dicen que la historia se repite cuando se desconoce, pero yo creo que estamos condenados a repetirla de todas formas. Es más una cuestión de voluntad que de conocimiento. Es más un problema de actitud que de tradición.

Me falta un año para jubilarme. Cada vez me siento más viejo y más cansado pero no he perdido las ganas de follar. Mejor dicho: Las perdí o no encontré el modo de recuperarlas durante un tiempo. Un tiempo considerablemente largo. No las recobré hasta que conocí a mi última compañera: Miranda Butler. Una jovencita rubia y encantadora que me asignaron en el departamento para investigar el caso del suicida del "Moon By The Sea".

Acaba de licenciarse y tiene unas tetas como dos limones que me la ponen dura a todas horas. A veces desearía tener treinta o cuarenta años menos y pasarme el día y la noche follando con ella como un animal en celo.

Pero la realidad es muy distinta. Ella me ignora como se ignora a un abuelo demente. No ve en mí más que un mínimo obstáculo, un episodio fugaz y anecdótico en su fulgurante carrera, una carga. Sí, una vieja carga. Eso soy yo para Miranda Butler.

Y aunque sus pezones inquisitivos me señalan alguna vez desafiantes sé que la única razón que los eriza es el frío y no mi charme particular.

No es verdad que los hombres maduros tengan encanto. Los hombres maduros somos fláccidos e impotentes. Nos corremos tristemente mientras dormimos igual que preadolescentes con acné. Manchamos nuestros pijamas con orina. Olemos a tabaco y a viejo. Damos asco.

No sé quién fue el listo que dijo que los maduros gustan a las mujeres jóvenes. Fuese quien fuese, era un maldito mentiroso.

3 Comments:

Blogger Rebe advierte...

Fíjate, tipos parecidos a Radzinski, así de desencantados, malditos desde sus raíces, marcados por un amor nada conveniente... esos "perdedores" siempre me han gustado, pero claro, para observar sus vidas desde la butaca del cine y sentir por unos momentos la fatalidad de su sino.
Las imágenes que has elegido van como anillo al dedo a los retratos de los personajes.Estás creando un ambiente oscuro muy interesante.

5:15 p. m.  
Blogger rayhodges advierte...

Todo desencanto tiene su encanto. Las ruinas humanas, los derrotados, los desesperados, los infelices... todos ellos resultan de algún modo encantadores.

Es normal que nos identifiquemos con ellos. Antes o después, todos hemos sido, somos o seremos perdedores, vencidos y desahuciados.

Gracias por tu comentario, Mi. Muchas gracias.

7:08 p. m.  
Blogger rayhodges advierte...

Los hombres maduros pueden llegar a inspirar ternura, admiración o compasión. Al menos así lo veo yo. Veo a Radzinski más compadecible que admirable, pero también tierno aunque de un modo bastante oscuro.

4:28 p. m.  

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